Apocalypse Now, una producción contra reloj que llevó a su director al borde del colapso.
Las tinieblas, que
envolvieron a aquel set, produjeron una especie de catarsis colectiva.
Filipinas fue el escenario para el rodaje, pero los cuatros meses previstos se
convirtieron en un año y medio de adversidades y padecimientos. Una naturaleza
hostil, un gobierno de facto y un elenco inestable condicionaron la libertad de
acción del cineasta.
No sólo el alcohol, sino también la droga pululaba entre los actores, aunque para Coppola, la gota que colmó el vaso fue la indolente llegada al set de su estrella mimada, Marlon Brando. El veterano actor encarnaba al personaje de Kurt, un ser mitificado por los nativos, de apariencia atlética y vigorizante. Pero, la realidad mostraba a un hombre obeso, calvo y muy interesado por cobrar los tres millones de dólares que exigía su contrato por tres semanas de actuación. Sus improvisadas interpretaciones requerían de tomas sombrías que desdibujaban su real apariencia. Su rol se redujo a una especie de figura fantasmagórica.
Las escenas dantescas que ornamentaban el santuario de Kurt estaban construida con cadáveres robados de un cementerio que colgaban de los árboles o lucían amontonados formando parte del cuadro. La profanación de las tumbas en forma ilegal y bajo el total desconocimiento de Cóppola detuvo el rodaje, nuevamente, por varias semanas.
Estoy pensando en pegarme un tiro declaró el cineasta sobrepasado por su propia megalomanía cuando el tifón Olga arrasó las playas filipinas y con ellas gran parte del set que llevó otros dos meses construir.
Más allá de todas las experiencias nefastas, Apocalypse now tuvo un efecto bisagra no sólo en la vida del cineasta, sino también en la de su protagonista, Martin Sheen. Marcó un verdadero descenso a los infiernos para comprobar hasta dónde podían llegar sus propias fuerzas.
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