Cristina, reina de Suecia, una figura desbordante para su tiempo

 


En una noche gélida y oscura, la esposa del rey Gustavo Adolfo de Suecia daba a luz a una criatura tan grande, fea y velluda que las comadronas pensaron que era un varón. Al confirmarse que  se trataba de una niña la reina angustiada la apartó de su lado, no podía entender que siendo ella tan hermosa diera a luz una hija tan desagradable. Sin embargo, el rey la acogió y la crio como si fuese un varón hasta su muerte seis años después.


                                                       
                                                       Gustavo Adolfo II, rey de Suecia

Tras el fallecimiento de su padre, Cristina se sintió tan sola y desprotegida que se volcó por completo a cultivarse. Su memoria era prodigiosa y su interés por aprender no tenía límites, así comenzó a desarrollar un particular gusto por las artes que se materializó cuando asumió los plenos poderes.


                                                  La reina y su corte ilustrada

Aunque los retratistas trataron de borrar sus pechos planos y su espalda encorvada, defectos que estaban a la vista, a la reina parecía no molestarle.



  Se  vestía en poco tiempo, pasaba horas cabalgando, lanzaba risotadas y odiaba los protocolos de la corte.


Cristina, una verdadera amazona

Durante su reinado, Cristina se dedicó a la política cultural debilitando las arcas del Estado y aumentando los impuestos a sus súbditos.  Pretendió crear una academia de ilustrados dirigida por Descartes. 



El día que abdicó como soberana, Suecia dejó de ser un país bárbaro para convertirse en el centro del humanismo del Norte.







 A partir de ese momento, Cristina se convirtió en la reina errante que no había perdido sus intereses políticos al pretender la corona de Nápoles y más tarde el trono de Polonia. A pesar de que sus ambiciones no prosperaron y continuó con su vida licenciosa compartiendo su lecho tanto con hombres como con mujeres, Cristina recobró su sosiego cuando recaló en Roma e inició una intensa actividad cultural apoyada por su amante el cardenal Azzolino.


                                     
        Cardenal Azzolino

La muerte le sorprendió a los 62 años, el papa Inocencio XI decidió que su cuerpo fuese embalsamado y enterrado en la cripta de San Pedro.



“He nacido libre, he vivido libre y moriré libre” el mejor epitafio que esta rebelde, homosexual y transgresora reina escribió para sí misma. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario