Dos balas, más de diez millones de muertos y el final de un gran amor

 

El flechazo de Cupido fue tan certero que cambió el destino de dos jóvenes que se conocieron en un baile realizado en la aristocrática Praga. Francisco Fernando, archiduque heredero del Imperio autrohúngaro y Sofía Chotex, hija de un conde bávaro.



A pesar de todas las restricciones que las casas reinantes europeas le impusieron a esta relación por no pertenecer ambos al mismo rango de linaje, la pareja se casó y el matrimonio fue considerado morganático, lo que significaba que sus descendientes estaban excluidos de la sucesión al trono.


 El emperador Francisco José no asistió a la boda estaba muy preocupado pensando en el siguiente sucesor.                     


Una ceremonia íntima, sin protocolos ni fastuosidades reflejaba la personalidad de los novios, que más tarde fijaron su residencia en Belvedere cerca de Viena. 


Este amor tan profundo y leal puso en evidencia un conflicto generacional entre un viejo emperador visceralmente apegado a sus tradiciones y resentido por su malogrado matrimonio con Sissi, y un joven heredero profundamente católico, pacifista y liberal. 





Isabel se entregó a los cuidados de su hogar conformado por tres hijos y, a pesar de los desprecios sufridos en su persona por la realeza austrohúngara, nunca cejó de buscar un acercamiento entre su esposo y el emperador. 


La tragedia de Sarajevo fue el resultado de una conspiración llevada a cabo por la siniestra Mano Negra serbia, que eligió como víctimas a dos personas que proclamaban la paz y la equidad.  Lamentablemente esos ideales no eran compartidos por el emperador y sus aliados que sólo vieron en este acto de violencia una provocación a la Casa Habsburgo y para la cual sólo había una respuesta: la guerra. 


 Mientras el archiduque y su esposa recorrían las calles de Sarajevo en un descapotable de la época y la multitud los avivaba, la primera bala atravesó el vientre de Sofía que se interpuso entre el asesino y su esposo como un ángel guardián que protegía al sucesor. Su rostro cayó sobre las rodillas de Francisco Fernando que aterrorizado alcanzó sólo a gritar "¡Sofía!" cuando la segunda  bala le atravesó el cuello matándolo al instante.



Las otras muertes anónimas y sin tintes cinematográfico sobrevinieron consecuentemente con la Primera Guerra Mundial y sembraron de  cadáveres la vieja Europa dominada por un grupo de retrógradas monarquías siempre ávidas de conquistas y poder. 


El cine llevó este fatal acontecimiento en el filme Sarajevo ,el atentado 
en el 2014. 










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