Ni esposas, ni monjas
Un movimiento feminista que surge en la Edad Media (s. XIII), especialmente en
Flandes, formado por mujeres más cerca de la nobleza que del pueblo. Basaban su
credo en la libertad de pensamiento que les permitía una conexión directa con Dios sin
la intermediación del clero. Esta congregación estaba formada por educadoras,
enfermeras, artesanas, escribientes cuya misión principal era proteger a los
desamparados y formar espíritus libres, propuesta muy riesgosa para el
medioevo.
Su mayor protagonismo lo alcanzaron mientras duró el Cisma de Aviñon. Con un Papa en esta ciudad francesa y otro en Roma, los beguinajes proliferaron
por el norte de Francia y Alemania. Próximas a las ciudades, estos caseríos
habitados sólo por beguinas se abastecían cultivando la tierra, vendiendo sus
productos y copiando códices en sus propias bibliotecas. Vestidas con largas y
holgadas túnicas y blancas capuchas, las beguinas ofrecían albergue a madres
solteras, víctimas por violencia de género y niños huérfanos.
En el siglo XV, Margarita Porete fue una de estas intelectuales que
apoyaba verter el saber teológico en lengua vernácula y con su obra El espejo
de las almas simples dio cuenta de ello.
Sin embargo, más allá de su valentía y el reconocimiento de los que comulgaban con sus ideas, la mano negra de la Inquisición cayó sobre ella y la condenaran a la hoguera en la ciudad de Paris.
Con su muerte, las beguinas se fueron replegando y actuando en forma
clandestina. Pero, su misión de ayuda comunitaria no la abandonaran en ningún
momento. La última representante de esta comunidad, Marcella Pattyn nacida en
el Congo Belga, murió en abril del 2013.
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