En la avanzada Edad Media, España estaba dividida en condados,
tierras dominadas por los señores feudales. Cerca de los Pirineos, aislado entre
las montañas, se encontraba el condado de Ribagorza en Aragón.
Durante el reinado de Felipe II, aquellos tierras vivían
convulsionadas y en permanentes desacuerdos entre los que deseaban seguir bajo
los fueros y beneficios del conde que regía en ellas, y entre aquellos que
querían pasar directamente al dominio real. Los enfrentamientos terminaron en
verdaderas contiendas civiles en la que la mayoría de los habitantes perdieron
la vida.
En 1980, Domingo Subías, párroco de una pequeña localidad pirenaica
de la zona, encontró, en su iglesia, documentación compendiada entre los años
1576 y 1663, del antiguo concejo. Y en dos de sus páginas aparece la macabra
sentencia y ejecución de 22 mujeres culpables de brujerías por disposición de
la propia plebe y no de la Inquisición.
Iglesia de Laspaúles
Un
hecho sumamente aberrante y poco común si se toma en cuenta que no fueron sometidas
a ningún tipo de tribunal eclesiástico, sino que fueron víctimas de mezquinos
intereses políticos y económicos.
Un siglo después en Salen, Masachussen, se ejecutaron 19
mujeres en un año de procesos, mientras que en esta zona pirenaica de oscense se ahorcaron 22 en tan sólo dos días.

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