Es indudable que la gran producción
literaria del Bardo de Stratford sobrepasa a su autor que, desde hace ya mucho tiempo,
descansa en el pináculo de los inmortales.
Sin embargo, con fundamento o no, una
vertiginosa avalancha de interrogantes acerca de su identidad y de su autoría
pretende azuzarlo en su pedestal
¿Quién es realmente William
Shakespeare que ni siquiera los retratistas y los escultores se han puesto de acuerdo
para ofrecernos, de él, un mismo semblante?


Otro tanto ocurre con las esculturas

¿Es o no es el único autor de tan vasta y
diversificada obra?
¿Por qué su vida se difumina entre luces y
sombras? ¿Puede una mente pueblerina y mundana y sin formación académica ser
autor de obras tan trascendentes para el espíritu?
¿Qué conocimientos tiene el Bardo de Avon sobre la tradición latina para buscar en distintas ciudades italianas la
escenografía de algunas obras?
La discusión está servida y las hipótesis son
muchas, pero yo me decanto por las dos que tienen aún mayor repercusión.
La primera tiene como
protagonista a Christopher Marlowe, predecesor del Bardo en la técnica del verso
libre o blanco, que además de poeta y dramaturgo es un espía de la reina Isabel
I. Libertino y pendenciero, se dedica a transgredir, en sus obras, los límites
impuestos por la censura. Y, a pesar de ser un protegido de su majestad, su
vida licenciosa termina con un duelo donde aparentemente muere. Sin embargo, algunos investigadores sostienen
que esa supuesta muerte es un salvoconducto que le permite a Marlowe emigrar a
Francia y luego Italia donde continua con su labor de espía y, en sus ratos de
ocio, con su obra literaria enviándola a Londres, donde un joven actor, llamado
William Shakespeare, le presta su nombre, a cambio de dinero, para que sean
publicadas y representadas.
La otra hipótesis, llevada al
cine con el título de Anonymus es la que considera autor de la mayor parte de
la producción literaria al conde de Oxford, Edward de Vere, un hombre muy
culto, escritor asiduo y conocedor de todas la ciudades italianas de las obras
de Shakespeare.
Retrato de Marlowe
Esta teoría es defendida, entre otros, por
Kalvin Hoffman quien sostiene que, no sólo se apuraron a cremar el cadáver de
Marlowe para que no fuese reconocido, sino que Shakespeare no publica ninguna
obra antes de la fecha en que su predecesor desaparece.
Retrato del Conde de Oxford
Según se cuenta, por aquel
entonces, no estaba bien visto que los nobles escribiesen obras de teatros y,
mucho menos, que frecuentasen esos lugares. Obligado por la circunstancia, el
conde de Oxford le paga a William Shakespeare , para que se adjudique la
autoría de sus obras y estas puedan ser representadas. El propio Sigmund Freud afirma que mucho de los
conflictos que se plantean en las obra shakespeariana forman parte de la
atormentada vida del conde y por lo visto la escritura le resultaba un modo de
expiación.
Lo cierto es que de ninguna de
las dos hipótesis sale bien parado el famoso Bardo de Avon, muy por el contrario
lo muestran más proclive al dinero que a los versos.
Son muchos los misterios y pocas las certezas
que rodean la vida del poeta. Pero, si de algo podemos estar seguros es de que la
grandiosidad de su obra lo coronará siempre como el genio poético de la lengua
inglesa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario