Su estilete no tiene una hoja filosa, sino un teclado cáustico con el que poder asesinar


“Pat era una mujer hermosa, de pelo oscuro, que usaba gabardina y bebía ginebra. Era alta y delgada. Cabello negro, largo hasta los hombros con los ojos de color marrón  oscuro. Era una combinación del Príncipe Valiente con Rudolf  Nureyev.” declara en un reportaje Marijane Meaker, escritora estadounidense y amante de Patricia Highsmith a finales de los años 50.   

Durante algunos años, viven un tórrido romance en un pueblo de Pensylvania y, a pesar de enfrentarse juntas a una sociedad que rechaza al lesbianismo, Meaker decide acabar la relación aduciendo principalmente al deterioro que la bebida y el cigarrillo, principalmente, producen en la salud de Patricia. 



Highsmith, se marcha a Inglaterra con la esperanza de seguir manteniendo un contacto con Marijane, pero su amante no está dispuesta hacerlo. Después de 27 años de silencio, Pat regresa a Pensilvanya, borracha y terriblemente destruida por sus excesos a buscar una explicación. Pero Meaker ya hacía años que había formado pareja con otra mujer. 


En represalia Highsmith, toma su estilete y escribe “El grito de la lechuza,” un thriller de suspenso donde el alter ego de Marijan Meaker, muere degollada. 








Otro caso parecido vive con Ellen Hill, inspiradora de varias de sus novelas.  Ellen tenía, en aquel momento, un perro, al que la escritora odiaba porque la había atacado . Al finalizar la relación con Hill, Highsmith escribe la novela, El cuchillo, donde Clara, la protagonista, el alter ego de Ellen, tiene un perro al que ama más que a su esposo y, por alguna extraña razón, la pobre Clara termina suicidándose.  


La única novela que resultó un aunténtico revival de euforia para Patricia Highsmith es El precio de la sal, una de sus primeras novelas que surge a sus 27 años cuando era vendedora y tuvo la oportunidad de conocer a una mujer encantadora, que inmediatamente idealiza hasta tal punto que esa misma noche da luz a su relato. Una historia de amor platónica, idealizada que termina bien. Pero, en 1951, y, a pesar de usar un pseudónimo, Claire Morgan, no es aceptada por esa sociedad hipócrita a la que ella no dejará de odiar jamás. 






Recién en 1989, tiene la oportunidad de reimprimirla nuevamente con el título de Carol y sin seudónimo. Edición que más tarde se lleva al cine  con el protagonismo de dos excelentes actrices  Cate Blanchett y Rooney Mara.







En su prosa Highsmith se reconoce a sí misma como un personaje masculino y fue la famosa creación de Tom Ripley quien la lleva a decir que en cierta forma era su alter ego, ambos, siendo americanos, sentían un gran amor por Europa, por la música clásica y la jardinería. Sin embargo, su ambigüedad moral, no transitaba por los mismos rieles. Ella no necesitaba de un arma para asesinar tenía su propio estilete en la máquina y en el papel. 





La ficción procede de la realidad y la realidad muchas veces supera la ficción. En este post vemos como una joven mujer, capaz de posar desnuda en los años cuarenta teniendo ya a sus espaldas una niñez desgarradora, se construye a sí misma como  una misógina, antisemita, que se siente mejor acompañada por los gatos y los caracoles. 


 Considerada como una de las escritoras más originales y perturbadoras de la narrativa contemporánea pasa a la inmortalidad el  4 de febrero de 1995 en Suiza , considerada, por ella misma, como una bruja hostil, frustradas y solitaria llevándose sólo a su tumba el recuerdo de un gato negro y un puñado de caracoles. 

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