El domador de leones de Camilla Lackberg
Reseña: Una adolescente deambula sin rumbo una
fría noche de invierno, al atravesar una ruta, un auto, sin poder esquivarla, la atropella. Desde lejos, una mujer montada en un caballo contempla la tragedia. El inspector
Patrick y su equipo descubren que la joven,
alumna de equitación, es una muchacha desaparecida hace cuatro meses. Su cuerpo
está brutalmente mutilado. Por su parte,
Erica, escritora y esposa de Patrick, entrevista, para su próximo libro, a una reclusa en la cárcel por haber asesinado
en circunstancias confusas a su esposo. Finalmente, y después de muchas idas y
venidas, el matrimonio advierte que ambas investigaciones están vinculadas. Los misterios del pasado se entremezclan con
los tenebrosos hechos del presente.
Comentario:
La estructura de la trama es muy similar a las anteriores, los hechos cotidianos de los protagonistas y la gente de su entorno se alternan con el policial que deben resolver y que también tiene siempre dos aristas, dos puntas de la misma madeja para que cada cónyuge (Patrick y Erica) tome individualmente y empiece a ovillar hasta encontrarse. En mi opinión, de todas las novelas de Lackberg esta me ha parecido la más previsible. Por otra parte, me resulta demasiado polarizados los mundos que la escritora describe: el casi perfecto hogar de los Hedstrom, donde rebalsa la comprensión y el amor para su familia, frente al sórdido y tenebroso escenario que viven “los marginados” capaces de despojar, como en este caso, de sus sentidos (ojos, oídos, lengua) a pequeñas adolescentes sin el más mínimo remordimiento.
La estructura de la trama es muy similar a las anteriores, los hechos cotidianos de los protagonistas y la gente de su entorno se alternan con el policial que deben resolver y que también tiene siempre dos aristas, dos puntas de la misma madeja para que cada cónyuge (Patrick y Erica) tome individualmente y empiece a ovillar hasta encontrarse. En mi opinión, de todas las novelas de Lackberg esta me ha parecido la más previsible. Por otra parte, me resulta demasiado polarizados los mundos que la escritora describe: el casi perfecto hogar de los Hedstrom, donde rebalsa la comprensión y el amor para su familia, frente al sórdido y tenebroso escenario que viven “los marginados” capaces de despojar, como en este caso, de sus sentidos (ojos, oídos, lengua) a pequeñas adolescentes sin el más mínimo remordimiento.
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