¿Quién mató a Palomino Molero? de Mario Vagas Llosa
Reseña
Palomino, enamorado de la hija del coronel de la Base Aérea de Piura, se
hace avionero para seguir a su novia
cuando a su padre lo trasladan de localidad. Como el coronel no acepta esa
relación, Alicia y Palomino deciden casarse en secreto. Pero la fortuna no está
con ellos y son capturados por las fuerzas militares. Después de dos días de
silencio, Molero aparece muerto en el descampado. Es indiscutible que lo han
asesinado porque está desnudo y con los genitales castrados. El teniente Silva
y el sargento Lituma se encargan de la investigación, pero develar al culpable
implica urdir por áreas que están vedadas aún para la policía.
Comentario
Desde el título la novela se encasilla como un thriller policial, pero la
pluma de Vargas Llosas lo hace ciertamente particular. El culpable no se
descubre al final, sino en el complejo nudo de la trama para resaltar que el verdadero interés del
escritor está en denunciar el fraccionamiento de la sociedad peruana, la diferencia
de clases y la discriminación de razas. Por otra parte, la pareja de pesquisas
es ciertamente particular, el rubio y apuesto teniente Silva es constantemente
admirado por el sargento Lumina, quien aprueba y justifica todo lo que hace
Silva menos su obsesión por la dueño de la fonda, una mujer casada y entrada en
años y carnes. Lituma, quizás por ser un personaje recurrente en la literatura
de Vargas Llosas, es quien nos da la perspectiva de los hechos según van ocurriendo.
El culpable se desvela, sien embargo los lugareños parecen tener su propia
realidad de los hechos ocurridos. Las suposiciones construyen nuevas realidades
que están por encima de las evidencias.
¿Quién mató a Palomino Molero? es una obra donde el estilo y la técnica
narrativa ponen de manifiesto la impronta de su autor. De ahí que al finalizar
el libro nuestra tensión no desaparezca como en cualquier policial negro, sino
que nos deje pensando en una sociedad que refleja una realidad enigmática, desdoblada
donde la impunidad, el hermetismo y la resignación son moneda corriente.
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