Erik Hanussem, el Rasputín de Adolf Hitler


Erik Hanussem, el Rasputín de Adolf Hitler. 








No era un monje, pero sí un vidente, un mentalista que alcanzó una gran repercusión mediática cuando vaticinó el ascenso del nazismo al poder y el incendio del Reichstag.



Si bien Hanussen se hacía pasar por un aristócrata, pertenecía a una humilde familia judía. Su verdadero nombre era Harschel Steinschneider y, desde muy joven, se unió a un circo primero como mago y más tarde como destacado ilusionista.

Después de la flagrante derrota de Alemania en la Gran Guerra, con su nuevo nombre, Hanussen se alejó del circo para abrir su propio consultorio como clarividente en Praga.

 A medida que la fama lo precedía, decidió cambiar su residencia a Viena y continuar allí con sus actos de ilusionismo. En una oportunidad fue acusado de farsante, sin embargo, con algunas demostraciones de sus poderes, terminó siendo sobreseído por el propio juez, hecho que afianzó más su popularidad.

Con el debilitamiento de la República de Weimar y el vertiginoso ascenso del nazismo, Hanussen decidió instalarse en Berlín. Una lujosa mansión, ubicada en un distinguido barrio berlinés, se convirtió en el Palacio del Ocultismo y allí Erik recibía a personalidades destacadas y miembros del Partido Nazi, entre los que se contaban Joseph Gobbels y Rudolph Hess, mano derecha de Hitler.




También por ese entonces fundó dos revistas, ambas dedicadas al esoterismo y las predicciones. 




Cuando Hitler conoció finalmente al mentado clarividente, quedó muy impresionado por su personalidad y poder persuasivo. A partir de ese momento, Erik Hanussen se convirtió en su consultor y confidente.


Con la llegada del fülher a la Cancillería de Alemania, su popularidad como clarividente trascendió las fronteras del país. El mentalista le enseñó a su discípulo métodos de persuasión a través de técnicas verbales y corporales.  



Sin embargo, y paradójicamente, fueron sus alardeadas facultades extrasensoriales las que cayeron como un rayo sobre su  egocentrismo el día que predijo el incendio del Reichstag. 


Según su propio testimonio, en estado de trance autohipnótico, no pudo dejar de describir cómo el edificio se desplomaba abrasado por el fuego. El partido nazi inmediatamente culpó a los comunistas del atentado y consiguió que el Parlamento le diera al fürher poderes especiales para derrocar a los opositores.

A pesar de ser beneficiado, Hitler comenzó a ver con desconfianza las facultades de Hanussen, a quien ya había catalogado como un líder de masas al que sería prudente eliminar.

Las SS comenzaron por clausurar su Palacio del Ocultismo y luego sus revistas. Hanussen se dio a la fuga, pero no sin antes publicar su último artículo con el que definitivamente sentenció su muerte. 


El 8 de abril de 1933, en un bosque cercano a la capital, se encontró un cadáver desfigurado por las alimaña. Según la Gestapo, por las señas que arrojaba, sería el de Erik Hanussen. 






La escritora peruana Blanca Miosi entreteje con los hechos biográficos y la ficción dramática una novela tan entretenida como interesante que vale la pena leer.





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