¿Quiénes eran realmente los
cosacos?
Siempre que pensamos en los cosacos, los recordamos como los jinetes avezados y temibles de los zares.
Pero en realidad, los cosacos eran pueblos nómades que, en el siglo XV, se asentaron definitivamente en Ucrania y en el sur de Rusia. Establecidos y organizados en stanisas (aldeas), vivían en sus isbac (chozas) de madera y techos de pajas.
stanisa (aldea)
Los
hombres, amantes de las armas, se dedicaban a la caza y la cría de caballos,
mientras que las mujeres, fornidas y encorvadas, en su mayoría por el esfuerzo
en las faenas, procuraban el sustento que provenía de la tierra. Adaptaron la
lengua eslava; pero no renunciaron jamás a sus tradiciones y vestimentas.
Su espíritu libre los hacía indomables y feroces guerreros,
rasgos que aprovechó Ivan, el Terrible, y después Catalina la Grande, para
hacer de ellos una verdadera unidad militar dedicada a incursionar en terrenos enemigos y saquearlos.
Catalina, la Grande
Cuando San Petersburgo se convirtió en la ciudad de los zares, vestida de lujos y refinamientos, el poder imperial pactó con ellos para conformar un ejército dedicado a proteger al zar. A cambio de ello, su comarca gozaría de ciertos beneficios en relación de otros pueblos como la reducción de impuestos y la posibilidad de mantener su idiosincrasia y autonomía.
Es así, como la historia los recuerda con sus característicos uniformes conformado por una kurba , capa sin mangas con piel exterior, un kaftán , camisa larga, y el papakla, sombrero de piel.
Así como se destacaron por ser avezados jinetes, en el siglo
pasado, durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron una actuación sobresaliente
en sus incursiones relámpago en el terreno enemigo para luchar contra los
famosos tanques panzer alemanes. Admirados por
Hitler, un sector de ellos se dejó seducir por las promesas del füher para
combatir al ejército rojo ruso que tanto odiaban.
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