Se jugaba la vida por el hombre que más odiaba




Esa era la función de Margot Wölk, una joven secretaria berlinesa que cuando estalló la Guerra fue separada de su esposo y de su trabajo porque los bombardeos  de los aliados no cejaban de asolar Berlín. 






Convencida de que iba a estar más segura en la casa de sus suegros parte hacia Gross Partsch  (actualmente ciudad polaca), una pequeña aldea en mitad de los bosques. Un lugar idílico sino fuese  porque a tres kilómetros se encontraba La Guarida del Lobo, uno de los bunkers donde se refugiaba el Fühler.



Poco tiempo después y, a medida que la guerra desfavorecía a Alemania, fue reclutada, aun sin ficha de afiliación al partido, para ser una de las catadoras que probara los alimentos de Hitler antes de que formara parte de su ingesta diaria.  



Después del fracaso de la Operación Valquiria, La Guarida del Lobo fue desmantelada. Con la ayuda de un médico de las SS, Margot regresó a su ciudad natal; sin embargo, la llegada de los rusos a Berlín fue tan arrasadora y violenta que terminó siendo una víctima más de sus vejámenes, a tal punto que las lesiones recibidas no le permitieron llegar a concebir hijos.


En medio de tanto horror, Margot pudo finalmente reencontrarse con Karl, su marido. A partir de ese giro favorable en su vida, juntos pudieron encausar su futuro. Sin embargo, las pesadillas no dejaron de acosarla de tanto en tanto, y traer, a su memoria, el horror que quiso enterrar con su silencio. 


En el 2012, día que Margot cumplió 95 años, aceptó la entrevista de un periodista de un diario local con el objeto de poder exorcizar todo aquello que aún la atormentaba. Es así como la opinión pública conoció a esta mujer que contrariamente al rechazo que sentía por Hitler se jugó muchas veces la vida por él.

Sus confesiones han sido fuente de inspiración para algunos escritores, entre ellos VS Alexander con su novela La catadora de Hitler.


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